Japón - Día 6: Shinjuku, Ueno, Asakusa
·Últimos días en la capital nipona
Nos dirigimos a la recepción del hotel para hacer el check-out antes de las once, después de terminar de hacer las maletas. No tenemos noticias del billete del Shinkansen, así que le comentamos a la recepcionista el problema y hace unas llamadas a JTB para revisar el asunto. Tras media hora nos confirma que nos lo envían al Ryokan. Una muestra más del trato excelente de los japoneses.
Damos la última vuelta por Shinjuku en busca de la DS Lite, pero está agotada o demasiado inflada de precio. Eso sí, en un Trader –juegos de segunda mano–, compro un “Marvel VS Capcom 2” de Dreamcast por poco más de 1000 yenes. Tras esto cogemos la Yamanote hasta Ueno, para hacer tiempo hasta las tres, hora del check-in del Ryokan. En el trayecto me fijo en los monitores que hay en los vagones, y veo un pequeño curso de inglés, publicidad de Nintendo DS, y pequeños juegos para distraer al viajero.
Salimos por Iriya, aunque miramos el plano para ver si nos venía bien y en seguida una japonesa nos ofrece ayuda. Fuera nos sentamos un rato en una plaza que da al Parque Ueno y nos relajamos un rato, mientras vemos como las palomas comienzan a acercarse.
Después nos levantamos, vemos un mapa de la zona y nos dirigimos a la calle Kototoi-Dori. Subimos por Showa-dori y nos cruzamos con decenas de tiendas de motos y accesorios para los motoristas. Curiosamente pasan multitud de ciclistas entre nosotros.
Al doblar hacia Kototoi-dori cambia el panorama. Ahora las tiendas son en su mayoría floristerías y de bicicletas.
Unos minutos después llegamos a la zona dónde está nuestro Ryokan y callejeando un poco lo encontramos sin problemas.
Aunque todavía no era la hora del check-in, entremos por si podemos dejar las maletas y tomar algo, pero la recepcionista nos dice que no hay problema y nos da las llaves de la habitación. Además nos entrega un sobre de mensajería con los billetes de Shinkansen, unas notas para llegar al hotel de Kyoto y un mapa de la ciudad… parece que todo se va arreglando.
Subimos a la habitación, dejamos las maletas y nos la enseña. Nos descalzamos a la entrada y vemos el salón dónde luego se despliegan los futones, en el medio está la zona para dejar las maletas y al otro lado los aseos.
Después de revisar bien el contenido del sobre, salimos a comer. En una calle cercana vemos un restaurante dónde hay Ramen, y entramos. La cerveza Kirin cuesta igual que el plato –¥500–, pero hay que reconocer que el sabor de ambas cosas es excelente.
Al terminar andamos hacia el Templo de Kannon, y de camino vemos un curioso mini-parque de atracciones: Hanayashiki. Unos metros después llegamos a la familiar parte de atrás del templo, que ya habíamos visitado unos días antes.
Como esta vez vamos sin prisas, vemos otros detalles de la zona, como más templos, santuarios y una campana. Además vemos la típica fuente dónde se bebe agua sagrada.
Nos damos una vuelta por el mercadillo en busca de recuerdos, comprando dos kimonos de seda, una camiseta de Astroboy y algún detalle para la familia.
Como los pies ya se resentían de tanta caminata, nos retiramos a una cafetería Denny’s, similar a los VIPS de por aquí, para tomar un refrigerio y descansar un rato.
Después damos una pequeña vuelta hasta Azuma, sobre el río Sumida. Vemos el Shoijo-Bus, algo que nos convence para ir al día siguiente a Odaiba. Por cierto, se puede ver la zona en una de estas webcams.
Después volvemos por la calle Nakamise y todos los comercios han cerrado –eran poco más de las ocho–. La vista del templo y de la pagoda es impresionante de noche.
De vuelta en el Ryokan, nos regalan un llavero de madera con nuestro nombre al pedir la llave. Después nos preparamos con el yukata y la toalla para entrar en los baños públicos de la segunda planta. La experiencia es extraña, porque todo el mundo está desnudo y el agua del baño principal muy caliente, aunque relaja bastante.
Nos probamos el kimono, vemos un poco la tele y nos preparamos para el día siguiente…