Por diversas razones nunca había estado en el País Vasco, así que este fin de semana pusimos remedio a ese problema haciendo una escapadita a Bilbao. La verdad es que la experiencia ha merecido la pena, ya que nos hemos encontrado con una ciudad repleta de contrastes, en la que puedes volver la cabeza, y pasar de ver la naturaleza o edificios históricos, a tener delante de tí un entorno urbano y de lo más moderno.

Por otro lado, el tema del transporte público me ha parecido muy bien organizado, la comida esta de muerte, y su gente me ha parecido realmente agradable cuando nos hemos encontrado algo perdidos. Eso por no hablar del imponente Guggenheim, que se encuentra en una situación realmente envidiable, y que da la bienvenida al viajero tras el Puente de la Salve… aunque seguro que será aún mejor cuando terminen las obras que hay alrededor.

Como diría uno que yo me sé: ¡volveré! 😄